Somos lo que pensamos y creemos en lo que pensamos; y si los pensamientos egocéntricos nos dominan pueden darnos una apreciación de la realidad ficticia, centrada sólo en nosotros mismos, sin dejar espacio para el otro y llenarnos de frustración e infelicidad.
La gente se parece más de lo que uno se pueda imaginar; porque a todos la vida los enfrenta a situaciones similares, temen equivocarse, persiguen la felicidad a toda costa, evitan lo que les causa tristeza; y desean desesperadamente ser diferentes, destacarse y que sean reconocidos sus esfuerzos.
Sin embargo, el mejor reconocimiento posible viene de adentro, no de afuera, cuando uno se siente bien consigo mismo; porque en ese momento todo lo demás también cambia y parece bueno y perfecto
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