Vivimos en tiempos en los que las personas parecen no tener un por qué, una razón, un motivo para conducirse día a día, más allá de la necesidad de obtener dinero, reconocimiento, cumplir con responsabilidades sociales, etc.
¿Quién no desea tener estabilidad económica, un buen matrimonio, éxito al criar a los hijos, sentir paz y satisfacción personal?
Pero, para lograr lo que se quiere, hay que tener motivación.
¿Quién no desea tener estabilidad económica, un buen matrimonio, éxito al criar a los hijos, sentir paz y satisfacción personal?
Pero, para lograr lo que se quiere, hay que tener motivación.
Motivación, es la voluntad para esforzarse, por alcanzar las metas que uno se propone, esforzarse para satisfacer alguna necesidad personal.
La palabra motivación deriva del latín motus, que significa «movido», o demotio, que significa «movimiento». La motivación puede definirse como el señalamiento o énfasis que se descubre en una persona hacia un determinado medio de satisfacer una necesidad, creando o aumentando con ello el impulso necesario para que ponga en obra ese medio o esa acción, o bien para que deje de hacerlo.
La motivación es la causa de la acción o de la no-acción.
Para impulsarse adelante, para motivarse a la acción, hay que romper los límites mentales y emocionales.
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